sábado, 6 de septiembre de 2008

"Los fantasmas de Compostela..."

"Non est aurum omne quod radiat"
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Nada más entrar en la Catedral de Compostela, nos sale al paso un ominoso cartel que, tras anunciarnos la santidad del lugar, nos exhorta a cumplir una serie de prohibiciones. Pero no tenemos tiempo ni de leerlo, en ese momento contemplamos horrorizados como, por las naves del templo del señor Santiago, vaga una pareja de etéreos “fantasmas”.
¿Son las almas en pena de ciertos obispos y arzobispos, fallecidos en mortal pecado nefando? ¿Son los espíritus errantes de algunos peregrinos muertos sin confesión ni arrepentimiento? ¿Son la “Santa Compaña”?
No llevan la típica sábana, ni arrastran las consabidas cadenas. Ni aúllan, con sonidos lastimeros, al tiempo que en su mirada brilla el fuego del averno. Por contra, visten marcial uniforme. Portan cachiporra “quita-manías” y fierros de esposar. Susurran en voz baja, por sus intercomunicadores, mientras miran de soslayo con ojos inquisitivos.
Sin embargo, su visión nos pone igualmente la carne de gallina. ¿Por qué vagan sigilosos bajo las bóvedas, entre los pilares y capillas? ¿Por qué acechan a los visitantes detrás de las columnas, entre altares y pasadizos? ¿Son los arcángeles vengadores, del Señor Yahvé, que vigilan su templo?
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No, nada de eso. Son simples guardas jurados, “seguratas” en argot del vulgo, encargados de mantener el orden en la catedral, es decir: hacer cumplir a rajatabla las siete prohibiciones del apocalíptico cartel de la entrada.
Un cartel completamente falaz, pues aunque está humildemente redactado: “Se ruega a todos...”, la fantasmal patrulla de seguridad delata que, los autores del texto, nunca confiaron que nadie atendiese su ruego por las buenas. Y como son “siervos del Señor” de una u otra manera han de hacer cumplir lo que creen ser sus deseos, que para eso son también “intermediarios” del iracundo dios.
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Porque yo Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian(Éxodo 19, 5).
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Un dios que, al parecer, acumula fobia sobre fobia. Primero comenzó odiando las cámaras fotográficas, luego añadió su odio por el flash, y ahora le suma su odio por los trípodes. Se comprende, pues los tres artilugios son invento del Diablo, aunque éste sea invento del dios. Lo que no se comprende es la necia redacción del cartel: si se ha prohibido el uso de la cámara, huelga prohibir el flash y el trípode, objetos completamente inútiles si no se puede emplear la cámara. ¿O es que, al igual que le ocurrió al viejo guarda de San Esteban de Gormaz con los prismáticos, los “prohibidores” ignoran para qué sirve cada instrumento de los mencionados?
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Aunque quizá nuestro discurso esté equivocado de raíz, porque pudiera ser que no estemos hablando de lo mismo. Nosotros pensamos en el dios de Israel, luego reciclado por la mitología cristiana, y es muy posible que los autores de las prohibiciones fotográficas no hablen en nombre de Yahvé, sino en nombre del dios Dinero.
¿En qué nos basamos, para tan audaz deducción? Muy sencillo, al dios de quienes pusieron el cartel le molestan las máquinas de fotos, los flashes y los trípodes, pero no parecen molestarle las infames máquinas “tragaperras” instaladas en el muro del templo, nada más entrar y pasado el cartel prohibitorio. Unas “tragaperras” que, en varios idiomas, por el módico precio de 1 €, te cuentan “su historia” del templo, al tiempo que subliminalmente intentan adoctrinarte.
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Un dios Dinero, que tampoco parece sentirse molesto por esas velas electrónicas, -en realidad bombillas mal disfrazadas-, que muy farisaicamente anuncian su funcionamiento mediante una “ofrenda” de 20 cts, €. Si se trata de una ofrenda, ésta se supone voluntaria, y por tanto deberían funcionar también para quien desee ofrendar una vela, aunque no los 20 cts, €, pero de eso nada monada, si no hay “ofrenda” no hay vela-bombilla. Item mas, un cartelito, que parece escrito para tontos o por tontos, especifica: “Ofrenda 20 cts. Euro. BILLETES NO”. ¿Dónde han visto ellos los billetes de 20 cts de €? ¿O es que hay peregrinos tan obtusos que, al carecer de los 20 cts, intentan encender la vela-bombilla introduciendo por la ranura billetes de 200 ó 500 €?
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Y, finalmente, un dios Dinero al que debe tener muy contento el magnífico establecimiento, instalado en una estancia adosada a los ábsides románicos, servido por escogidas azafatas –escogidas pero piadosas, no demos pie a rumores malignos-, establecimiento denominado muy sibilinamente “La Tienda Catedral Santiago Compostela”, que vende toda clase de recuerdos –piadosos recuerdos, eso sí- del “Parque temático compostelano” en que los adoradores de ese dios han convertido el lugar Sagrado.
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Sí, decididamente no se trata de Yahvé, debe tratarse del otro, del dios Dinero, pues los servidores intérpretes-traductores de Yahvé no se habrían atrevido a profanar la fe sencilla de los peregrinos con esos actos (y otros no menos monetarios, acontecidos en el templo, que sería prolijo enumerar aquí). No se habrían atrevido a desafiar a ese dios celoso, que castiga la iniquidad de los inicuos hasta la tercera y cuarta generación...
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Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones... No podéis servir a Dios y al Dinero(Lucas 16, 13-14).
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Pero bueno, que les voy a contar sobre el contubernio dinero-religión-poder -perdón, presunto contubernio-. Eso ya lo hizo hace años, con más gracejo y oficio, José María Gironella en su tremendo libro “El escándalo de Tierra Santa” –que, por cierto, sigue vigente en numerosos lugares “sagrados”-.
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Todas las fotos pertenecen a la Catedral de Santiago de Compostela (A Coruña). [Fotos 16 julio 2008].
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A quien corresponda. Haga el favor de ir caminando hasta la plaza, colóquese usted mismo el cepo y encadénese a la picota, porque aunque se lo propusiera no creo que pudiera usía convencer, a quien sea responsable de ello, para desfacer tanto entuerto, empezando por el obsceno “Fotos NO” y terminando por el “negocio” de la fe. Le queda a vuecencia picota y cepo para rato, porque “¡Con la Iglesia hemos dado, amigo Sancho...!”
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Salud y fraternidad.

5 comentarios:

Carlos Sousa dijo...

Amigo Alkaest, estuviste en Galicia y no me avisaste, eso también es merecedor de una condena.

Por el poder que se me otorga, y luego de un juicio "justo", quedas condenado a peregrinar nuevamente a Galicia, hasta Ponteareas, visitar la Iglesia de San Pedro de Angoares, y luego despues pagar el almuerzo.

Ya más en serio, me gusta que estuvieras en esta tierra, ya no me gusta que en la Catedral, pasen esas cosas, pero como dices tú, Don Dinero...

Un saúdo.

Alkaest dijo...

¡Ay, rapaz! ¡Soy relativamente culpable! Andar por Galicia, anduve. ¿E logo...? Aunque fue mayormente por la costa lucense y astur, ya que nos aposentamos en A praia das Catedrais. No obstante, realizamos la acostumbrada escapada "peregrina" a Compostela. ¿Cómo dejar pasar la ocasión de brindar con ribeiro, a la salud del Señor Santiago, en los chiringuitos del casco viejo?
Aunque ya recibimos nuestro castigo: el Pórtico de la Gloria estaba tapado por andamios, acepto la "condena", si mi próxima peregrinación gallega se dirige a la zona suroeste dejaré que nos invites a ese almuerzo, tras visitar Angoares.

Salud y fraternidad.

Rico y Santo dijo...

Estoy de acuerdo con Carlos Sousa..., estar en Galicia y no visitar Angoares, imperdonable. El almuerzo lo pago yo y garantía total, el cura te tratará muy bien.
Al leer tu blog sobre "Catedral de Santiago" recordaba a los clásicos, volví a Aristófanes, a Pluto, el dios de la riqueza, pensé en Cremilo cuando encuentra a Pluto en la calle, el cual por castigo de Zeus estaba ciego: de ahí que repartía sus bienes sin tener en cuenta la bondad y la necesidad de las personas. Por eso la genta se iba con Pluto. También los inmortales (a los que nadie ofrece sacrificos) prefieren quedarse con Pluto. La razón de esta decisión es conocida: los dioses se alimentaban de ambrosía, pero esta ambrosía se elabora a partir de las ofrendas que los fieles depositan sobre los altares. Al no haber ofrendas, tampoco había ambrosía. Por eso los ascerdotes abandonan el culto del Zeus altisimo por cuanto llegan a la convicción de que "no hay más Zeus Salvador que Pluto". En el nuevo culto estos sacerdotes serán los encargados de llevar las antorchas encendidas delante del nuevo dios. Apertas, xa tiña ganas de decir algo en galego.

Alkaest dijo...

Gracias por tu generosa invitación, verás como al final pasa lo de siempre, que nos enzarzamos en el celtibérico: "pago yo, que no que yo, nada de eso pago yo..."
Bueno, cuando haya ocasión, ya se verá.
Y gracias por la lección sobre los clásicos, si es que como dijo aquel: "no hay nada nuevo bajo el sol".

Isa dijo...

Ándale, pues ... si ya hay quien se pegue por pagar, yo me apunto!!