domingo, 4 de mayo de 2008

¿Ermita o Arca de Noé?

Mansilla de la Sierra (La Rioja), el embalse de Mansilla y al fondo la ermita de Santa Catalina. Nótese la marca del nivel máximo del agua y su estado actual.
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Cuando la “fiebre de los pantanos” se extendió por Celtiberia, allá por los años sesenta del siglo XX, numerosos pueblos quedaron sumergidos bajo sus aguas en toda la geografía peninsular. No vamos a entrar en polémicas, sobre la dudosa utilidad y beneficios de tales embalses, ni si podían haberse construido de tal o cual manera para causar menor impacto en el entorno natural. Sobre ese aspecto, “Doctores tiene la Iglesia”.
Lo cierto es que, junto con esos pueblos, perecieron muchas iglesias románicas y de otras épocas, no obstante, hubo algunas que se salvaron. Unas, porque las autoridades “competentes” consideraron que tenían valor histórico-artístico, así que fueron desmontadas y vueltas a montar en lugar seguro. Otras, por pura suerte, ya que, al encontrarse en lugar elevado, ahora quedaban al borde del agua.
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Una de esas afortunadas es la ermita de Santa Catalina, en Mansilla de la Sierra (La Rioja). Aunque sólo queda la mitad del templo, el ábside y un tramo de la nave, debió ser un hermoso ejemplar románico, algunos incluso suponen que pudo tener crucero saliente por los restos estructurales que perduran. Los pocos elementos esculturados, supervivientes, nos hablan de un buen Magister que sabía trabajar la piedra y mostrar los símbolos sagrados con gran belleza.
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No obstante, lo que podía ser un hermoso monumento románico, en un entorno natural sereno y sosegado, es hoy un esperpento surrealista. Las cada vez más frecuentes y prolongadas épocas de sequía, vacían el embalse día a día. Donde había un lago sereno, en el que se reflejaba la nostálgica imágen de la ermita, desaparece, cada vez mas a menudo, para mostrar el triste espectáculo del viejo pueblo de Mansilla. Es decir, las dolorosas ruinas del viejo Mansilla. Entre las que sobresale otro crucero y otro ábside, el del templo parroquial gótico-renacentista.
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Este templo, -levantado entre 1568 y 1603-, igual que en otros tantos lugares fue considerado sin valor y abandonado a su suerte, que ha sido la que se ve. Como un barco, arrojado a la costa tras fuerte tempestad, se deshace a merced de la marea representada por inundaciones y sequías.
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Pero no creamos que el ejemplar románico está completamente a salvo. Se trata de un ejemplar en peligro de extinción. El terreno, en desnivel, debe haber cedido bajo el ábside, asentándose, lo cual ha creado grietas sospechosas en la estructura. Una de ellas, atraviesa parte del muro sur y su contrafuerte. La otra se desliza con lentitud, abriendo el ábside en dos.
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Esta amenazadora fisura, ya ha partido la bellísima piedra que, a modo de vegetal arquivolta, cubre la ventana absidal, y amenaza con crear una brecha irreparable que derribe lo poco que subsiste de este magnífico templo.
A quien corresponda. ¿Tendremos que esperar, impasibles, a que las piedras de la ermita queden desparramadas por esa ladera, a que rueden hasta el fondo del valle para sumergirse en las aguas que miseriocrdiosamente le perdonaron la vida, hace 48 años? ¿Se va a consentir que esta románica "arca de Noé", con sus simbólicas esculturas, se hunda en ese mar menguante que es el embalse de Mansilla? ¡Haga algo y hágalo ya! Si no lo hiciere, condenado sea a picota y cepo, al borde del embalse, durante el mismo tiempo que Noé pasó en su arca.

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